Cuenta una leyenda del siglo III que St Nicola dejó toda su fortuna a los pobres e ingresa en un monasterio. Años después, ya obispo, comienza con sus milagros.
En una ocasión, St Nicola repartió una bolsa con monedas de oro a un vecino de Mira para pagar la dote de sus tres hijas. Esta bolsa fue enviada por la chimenea, de ahí la tradición de dejar los regalos al calor de la leña. Los niños ponen sus zapatos bien limpios en la chimenea, lo que les asegura regalos en la mañana del 6 de diciembre, tradicionalmente mandarinas y naranjas, y otros regalos.
Y cuenta la leyenda que las naranjas que repartía St Nicola venían de tierras lejanas, concretamente de Mairena del Alcor (Sevilla), en donde el santo quedaría admirado por la belleza de sus molinos de agua y sus colinas redondeadas. Y St Nicola se establecería en el castillo de Mairena para defender la fe y las huertas de naranjos que lo rodeaban.